El deporte de resistencia y la empresa

 29/09/2014          Blog   

Llevo tiempo pensando en escribir en mi blog sobre este asunto – poco novedoso por otro lado – y no caer en el estilo de manual de autoayuda (de fácil ingesta y pesadísima digestión). Creo que existe un paralelismo asombroso entre el deporte de resistencia y la actividad empresarial tradicionalmente entendida.

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Cuando uno se plantea un objetivo (Triatlón de larga distancia , Maratón, Cicloturista, Media Maratón etc), por momentos lo visualiza idealizado, zancadas largas, tiempo de llegada estratosférico (cada uno en sus posibilidades), paisaje increíble, etc, y es cuando decide comprometerse: en general, cerveza en mano, pelín mareado, «el año que viene corro el Maratón de Nueva York !! «. En la empresa, igual, tengo una idea, «la veo», me imagino a mi mismo triunfante, feliz, entre los elogios y reconocimientos de todos, ganando un buen dinero, con clientes felicísimos y empleados eufóricos: con una cerveza en la mano uno dice: «voy a abrir un negocio».

Feliz con la decisión de correr un maratón, pasan unos días/semanas sin que hagamos nada distinto a lo que hacíamos antes: un malestar inquietante, una voz interior que no calla, nos empieza a susurrar al oído : «deberías empezar a prepararte, mejor, a mirar cómo debes prepararte».

Con la empresa, lo mismo, pasa el tiempo y empiezan a llover las preguntas de allegados, «has firmado con esa franquicia?», «estás buscando ya local?» etc. La voz interior nos susurra nuevas culpas. Impulsado en parte por el compromiso público con la maldita cerveza y en parte por la ilusión y motivación, nos ponemos en marcha.

Todos los pasos iniciales están llenos de trabas, cuando hemos comprado las zapatillas, la camiseta y el pantalón, la bicicleta, el pulsómetro, etc o cuando hemos seleccionado la enseña, buscado el local, iniciado la obra, hecho el Plan de Negocio etc, hay un momento en el cual creemos que ya está hecho: cómico ! Lo único que hemos hecho es «matricularnos» en el curso, lo cual es muy diferente que «hacer» el curso.

Y aquí empieza el reto de verdad: para que la realidad coincida con el sueño que un día visionamos y nos movió a dar el paso, necesitamos ser fieles a los detalles del sueño, tenemos que vernos madrugando para entrenar, pasando un poquito de hambre, descansando bien, sufriendo en las series, venciendo los obstáculos, y en la empresa resolviendo las quejas de clientes y empleados, motivando a todos, superando baches, trabajando muchas horas, enfrentándose a cifras «escalofriantes»…

El día de la carrera es lo más fácil, competirás como has entrenado, la parte más dura del Maratón no es el Maratón en sí, son los cuatro meses de durísimo entrenamiento. La cifra de fin de mes en los negocios es el resultado de cuatro semanas de intenso trabajo.

Es fundamental también saber medir los «ritmos» que puedes soportar. Si trabajas 12 horas hoy, y mañana no puedes levantarte y trabajas 4 horas los próximos tres días, te estás equivocando. A lo mejor hay quien puede trabajar 12 horas y estar descansado y feliz. Hay quien puede asimilar entrenamientos de 220km a la semana y recuperar bien , pero si no eres un atleta excepcional y entrenas por encima de los 100km semanales te romperás y deberás parar meses.

Yo fui educado en la cultura del esfuerzo, en la que cada uno tiene lo que merece dependiendo de su esfuerzo y sacrificio, en la que el comportamiento recto tiene reconocimiento y recompensa y en el que la honestidad resulta un valor fundamental. En la empresa y el deporte de fondo esto se cumple y tengo comprobado que siendo fiel a estos principios me va bien, esa es mi religión: hago algo bueno y me siento bien, hago algo malo y me siento mal.

Me he visto mil veces, en empresas y competiciones diciéndome: ¿pero qué….hago yo aquí?. Después siempre entiendo qué hacía allí. Los fracasos son también muy parecidos en ambos campos. Recuerdo en el Otoño del 2010 que decidí correr una Media Maratón a las pocas horas de aterrizar en avión de Bogotá. Mi objetivo era 1h 15 min, vamos, un ritmo infernal. Arranqué enfurecido, como entre brumas, anestesiado por el cansancio del viaje. Aquella sensación «onírica» me duró hasta el km 10, desde ese km fue un auténtico vía crucis. Las sensaciones eran pésimas, deshidratado y confuso, bajé el ritmo notablemente. Pensaba: ojalá me atropelle un coche y así podría parar. No paraban de pasarme corredores y en plena desorientación me sentí derrotado, tuve que reducir de nuevo el ritmo y aun así seguía desquiciado. Jamás he abandonado una competición y tengo intención de que esto siga siendo así por lo que me decidí a sufrir hasta la meta y así hice. Entré en 1h y 23 min desfondado y exhausto. Me senté nada más cruzar la meta con la cabeza hundida entre las rodillas.

Me reí mucho contándoselo a mi familia (y más se rieron ellos). Tomé buena nota de todos lo errores cometidos y me preparé para la Media Mararón de La Vall de Segó: 1h 15m y segundo puesto. Sin la derrota anterior no lo hubiera logrado.

En los negocios, igual, una derrota bien asimilada es el mejor entrenamiento. Solo hay que interiorizar la rabia y la frustración y pensar: ahora vais a ver. Y hacerlo. Tanto en su concepción, planificación, ejecución y desarrollo veo un paralelismo tremendo entre deporte de resistencia y empresa. Sin duda alguna la vida es una larga Maratón, que dure!

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