Parece que poco a poco vamos superando la década de crisis en la que España ha estado inmersa. Siempre he pensado que cuando hay dificultades es cuando peor se pasa pero normalmente también es cuando se producen los mayores avances.
Las oportunidades siempre están ahí, constantemente. Todo lo que ocurre es una oportunidad, solo necesitamos ver para qué es esa oportunidad. Si no las aprovechamos, las aprovechan otros.
Los orígenes de Otsu como proyecto empresarial se remontan al año 1992. España estaba inmersa en una crisis económica grave (no tan grave como la que vivimos estos años) y por aquel entonces yo era uno de los miles de universitarios que poblábamos la Complutense de Madrid.
Si uno tuviera que elegir una ciudad para el resto de su vida, la decisión sería complicada. Pasarían por la mente, fugaz pero intensamente, pensamientos como riesgo, novedad, raíces, tradición, idioma, recuerdos , ilusiones, trabajo, todos ellos entrelazados y entremezclados de tal forma que nos sumergirían en una emoción laberíntica
Parece ser, y así lo revelan los últimos estudios científicos, que las emociones tienen preponderancia sobre la razón pura, que el carácter tiene más importancia que el coeficiente intelectual y que los modelos rupturistas emergentes resultan mucho más eficaces que los sistemas mecánicos y estables.
Ya sé que hay quien viene para dos minutos y se queda toda la vida y hay quien viene para toda la vida y dura dos minutos. Eso siempre ha sido así y así seguirá. Todos estamos aquí por tiempo limitado, forma parte del contrato, y todos actuamos con demasiada frecuencia como si el plazo […]
Llevo tiempo pensando en escribir en mi blog sobre este asunto – poco novedoso por otro lado – y no caer en el estilo de manual de autoayuda (de fácil ingesta y pesadísima digestión). Creo que existe un paralelismo asombroso entre el deporte de resistencia y la actividad empresarial tradicionalmente entendida.
Hace poco tiempo fui al cine con mis hijas a ver una película. En ella, un joven en el que nadie creía conseguía fabricar un producto que le hacía inmensamente rico. Para ello, devastaba la naturaleza (en concreto un entorno paradisíaco) de la que se había hecho hasta entonces amigo inseparable.
